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Potser l’últim hivern
dels últims homes lliures

El invierno llega y se va a trompicones; penetra en nuestras vidas a golpes de otoño y se desvanece con pequeñas primaveras que le acosan hasta extinguir su último rastro.
El invierno es un lapso, una tregua que invita al recogimiento. Es cuando la protectora calidez interior contrasta con la crudeza que invade el ambiente. Nos encontramos bien detrás unos cristales que, además de protegernos, nos muestran todo lo que acontece fuera, en el espacio inmediato.
El reposo y la introspección se contraponen y se complementan, con una necesidad de exploración casi visceral que nos empuja a redescubrir aquellos espacios cotidianos que ahora han mutado, ya sea por la transparencia del aire y la escasez del follaje como por la aparición impasible de un manto helado. Es en este segundo escenario donde el invierno nos cae encima, en forma de caprichosos trocitos, y nos trae la nieve transformadora, que uniformiza, cubre, simplifica y desvanece lo que tendrá que volver.

Avanzar en este nuevo mundo es la afirmación del paso en forma de huella; la huella por excelencia sobre un molde infinito, libre, hermoso, y franco. Caminar por la nieve es moverse con rastro efímero. El tiempo, en forma de deshielo, se ocupará de borrar todos los paseos escritos.
 

               No hay nada más bonito que lo que se desvanece ante nuestros ojos *
 

Quizás el último invierno..." quiere hacer hincapié en este momento de incursión invernal, en esta fuga controlada de un confort que a menudo nos condiciona. Moverse por el paisaje invernal es invadir lo invadido, re-explorar a veces lo conocido y descubrir nuevos lugares sin estrenar, en una alianza entre la incertidumbre y la sensación del inédito. El formato tríptico, por otra parte, es una manera básica y natural de serialización y, al mismo tiempo, nos muestra la visión fragmentada desde las ventanas cuarteadas cuando se observa el frío exterior al abrigo de su crudeza.
El invierno acaba de nuevo, otro invierno fuera de tiempo, más cubriente, y nos avisa que quizás éstas sean las últimas huellas atrevidas, ávidas de conocimiento. Bajo el manto blanco emergerá el bosque devastado; nos mostrará nuevos espacios y nuevas primaveras. Nuevos lugares donde vivirán, posiblemente, los últimos hombres libres.

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              *Naomi Kawase “Hacia la luz”, 2017

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